De repente un día me vi envuelta en un vacío terrible
Estaba lleno, tan lleno de vacío que asustaba
Porque no había lugar para otra cosa
No había nada a mi alrededor, no había nadie
¿Y si me caía?,¿de qué me agarraría?
Desesperación fue lo que sentí, porque de repente no había nada
Era el vacío y yo. Yo y el vacío.
¿Dónde apoyarme si me cansaba?.¡Dónde!
Es que nada quedaba… Todo se había ido…
Fue tan fuerte el vacío que mágicamente conecté con su plenitud
La plenitud del vacío
Y ahí entendí
Entendí que ahí es donde todo nace, donde todo comienza…
¿Cómo puede ocurrir la creación si no dejamos lugar para ella?
Todo lo nuevo surge justamente en el vacío, ahí donde no hay nada excepto eso que se está gestando pero que todavía no se ve…
Ahí donde no hay nada. Ahí es donde todo sucede
Y aparece la magia que, de un momento a otro, te envuelve y hace que te amigues con la nada misma
Que respires, que observes, que comprendas
¿Por qué necesitaríamos algo de que agarrarnos?, ¿por qué lo seguro nos da tranquilidad?
Al no haber nada seguro es cuando aparecen infinitas posibilidades de que todo suceda
Ahí, en ese punto, donde el protagonista es el vacío
Ahí, donde la alquimia se produce
Ahí, donde dejamos espacio…
Tan solo así es cuando lo nuevo empieza a emerger
Aprendamos entonces a sentir el vacío sin que el miedo aparezca
Aprendamos a verlo con otros ojos
Conectemos con él y con su magia y entonces todo se sentirá mucho mejor
Y esperemos, ya que, si somos pacientes, después de él algo vendrá.